No soy solamente yo el que siente eso sino todas las personas que se encuentran con él. En mi caso, notaba su presencia desde el momento en que yo entraba en la sala. Tras un saludo auténticamente cordial, me preguntaba:
–¿Necesitas ayuda?
–No, Luis, muchas gracias, está todo preparado.
Permanecía atento, como esperando el momento de intervenir, discretamente y con la única pretensión de servir.
Recuerdo un curso en el que yo estaba con principios de gripe. Luis consiguió en el hotel zumos de naranja especialmente preparados para mí. Además, no sé cómo se las arregló, porque el hotel estaba en un sitio aislado en la sierra, para traerme medicinas, inhaladores y pastillas que suavizaban mi garganta y me permitían hablar sin tanto esfuerzo.
Hace unos días he recibido un correo suyo, muy breve, en el que me decía que se jubilaba y que quisiera hablar conmigo antes de hacerlo. Le llamé por teléfono y hablamos.
Me dijo que me quería contar una cosa que me iba a alegrar mucho. Se trataba de que había decidido, y encontrado la manera de hacerlo, dar charlas a jóvenes para “enseñarles lo que es la vida”, fueron sus palabras. “Esto es lo que te quería contar”, añadió, “porque sé cómo piensas y quería decirte personalmente que voy a seguir siendo útil.”
Luis fue uno de los grandes Vendedores que me inspiraron el vídeo “Vendedores estrella”, que está en nuestro canal de YouTube para todo el que lo quiera ver.
¡¡¡Un fuerte abrazo, Luis, y muchas gracias!!!
Ángel Moraleda