Lo que pasa es que después uno se encuentra con un Vendedor que no ha podido realizar una ruta completa un día determinado, porque se fue a llevar un producto a un cliente porque no confiaba en que el servicio de reparto de su propia empresa lo llevase con la suficiente rapidez.
O encuentra uno a otro Vendedor que quiere asegurarse de que el producto que hay que mandar a un cliente esté bien empaquetado y prepara él personalmente el paquete antes de que sea enviado.
O a otro Vendedor que dedica “sólo” un par de horas a hacer el favor a un compañero de instalarle programas de software en su PC, porque le encanta realizar esta tarea, mientras que su colega proclama que se considera analfabeto en eso.
Es decir, en cuanto nos descuidamos, los Vendedores a los que dirigimos, unas veces por ingenuidad y otras por malicia, dedican tiempo a realizar tareas que no tienen por qué realizar.
Por eso es necesario que dispongan de listas de cosas que tienen que hacer, pero también de listas de tareas que no tienen que hacer.