Sin embargo, no es así. Hoy en día, el servicio tenemos que demostrárselo al cliente antes de venderle nada.
¿Cómo puede ser esto posible? ¿Cómo se puede demostrar la calidad de nuestro servicio antes de la venta?
La respuesta es sencilla y muy práctica desde el punto de vista del cliente. Éste se pregunta:
¿Cómo es este Vendedor que tengo delante? ¿Qué me demuestra? ¿Está interesado en mí o sólo está interesado en sí mismo? ¿Antepone mi interés al suyo o el suyo al mío? ¿Qué veo en sus ojos? ¿Qué me dicen sus palabras? ¿Qué descubro en sus gestos? |
Este Vendedor me va a atender bien, se va a desvivir por mí. O lo contrario. En cuanto le compre, este Vendedor se va a olvidar de mí. Sólo le interesa que le diga que sí para poder salir corriendo a ver al siguiente cliente, que le importa tan poco como yo.
Así el cliente “anticipa” el servicio que va a obtener de cada Vendedor, y actúa en consecuencia. La reiterada experiencia de decidir una compra, le hace desarrollar un instinto extraordinariamente acertado para juzgar a los Vendedores.
¿Cómo te juzga a ti?
¿Le vas a demostrar que le quieres servir o lo único que te interesa de él es que te compre?
Ángel Moraleda