Lo que pretendo que se planteen es si tratarían a su hijo, en el caso de que estuviera en su equipo de Vendedores, de la misma manera como tratan a éstos.
¿Qué objetivos le pondría? ¿Cómo le estimularía para que luchase por ellos? ¿Qué autonomía le daría para que trabajase para conseguirlos? ¿Qué le diría cuando los alcanzase? ¿Qué haría cuando no los alcanzase? ¿De qué manera le ayudaría para que los consiguiese?
La conclusión de este ejercicio es muy sencilla: si no crees que estás tratando a los Vendedores de tu equipo como tratarías a tu hijo si fuese un Vendedor más, tienes que modificar tu comportamiento.
Recuerda que, por muy grande que sea la tensión por los resultados a la que te ves sometido, tu afecto por los Vendedores no es incompatible con el rigor y la disciplina con los que debes dirigirlos.
Ángel Moraleda